En el silencio de la noche te miro, 
No te encuentro,
No eres aquel por el que bebía los vientos.
Cuanto has cambiado,
Cuanto te has conformado,
Cuanto me has engañado,
Donde esta el hombre que fuiste?,
Donde están las flores que me hacían soñar?
Donde esta ese te quiero nena al verme llegar?
Donde están los besos furtivos?
Y tú, adonde estas?
Donde están los pequeños detalles?
Y te miro,
Y eres ese extraño en mi sofá,
Que lo da todo por hecho,
Y que no lo piensa cambiar.
Aun sueño con tus besos que me hacían respirar,
Aun sueño con tu risa que me hacia vibrar,
Aun sueño con aquel hombre, al que amaba de verdad.
Y te miro,
Y eres ese extraño en mi sofá,
Que lo da todo por hecho,
Y que no lo piensa cambiar.
Que pronto se pasa el tiempo,
El tiempo de la felicidad,
Que pronto el hombre listo,
Se convierte en necio,
Que pronto aquello que amamos,
Llegamos a aborrecerlo…
Y te miro,
Y eres ese extraño en mi sofá,
Que lo da todo por hecho,
Y que no lo piensa cambiar.
Y es que me siento engañada,
Cuando te veo en el sofá,
Como si cien años hubiesen pasado,
Y me hubieses dejado de amar.
Cuando las palabras que cruzamos,
Ya no nos hacen suspirar,
Cuando el uno por el otro,
Ya no amamos de verdad.
Mi querido compañero,
Extraño en mi sofá,
Somos dos compañeros de techo,
Que hace tiempo dejaron de amar,
Para tratarse como extraños y compartir ese sofá.
Letras perfumadas 
Acaso es la misma espada que expulsó al hombre del indestructible paraíso, forzó su aislamiento del paraíso de un amor.
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Es la misma espada que el hombre egoista pone justo en su cuello sin darse cuenta, la espada que decapita los sentimientos y hace sirviente a uno mismo de su propio egoismo, la espada que mata la ilusión y deguella poco a poco el amor.
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